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La Ansiedad se define como la sensación de desagrado generada por la incertidumbre, la cual puede ser provocada por causas externas, es decir, aquello que pasa en nuestro medio ambiente, o causas internas, como pensamientos negativos. Esta sensación puede estar acompañada de síntomas físicos, como sensación de aprensión en el pecho, insomnio, cambios en el apetito o la incapacidad de tomar decisiones.
Las causas de la Ansiedad pueden ser diversas, la más clara es la vivencia de experiencias traumáticas, como el haber vivido una guerra o un hecho de alto nivel de peligro. En este caso, lo que ocurre es que la situación constante de peligro, genera que la mente se acostumbre a funcionar en estado de alerta, incluso cuando ya el riesgo ha pasado.
Sin embargo, esta puede comenzar a desarrollarse también a partir de la crianza. ¿Cómo ocurre esto? La Ansiedad se transforma no solo en una sensación, sino en casi un estilo de procesamiento de la información. Cuando el adulto responsable constantemente se muestra preocupado por situaciones que no han ocurrido o que ocurrirán y no sabe el desenlace (como una reunión con su jefe), esto es observado por el niño y comprende que la manera “correcta” de reaccionar ante la incertidumbre es la Ansiedad.
Para trabajar la Ansiedad y los síntomas asociados, es necesario en primer lugar reconocer la presencia de Ansiedad en el niño o adolescente, por ejemplo, puede presentarse como una notoria preocupación por cosas del futuro, comentarios pesimistas con respecto a lo que va a pasar, un cambio en el nivel de apetito, dificultades a la hora de dormir, mayores niveles de irritabilidad, onicofagia (comerse las uñas), tirarse el cabello de la cabeza, cejas o pestañas, entre otros.
En segundo lugar, el adulto a cargo debe mantener la calma, de manera de normalizar la tranquilidad ante la incertidumbre. Luego, ayudar al niño a identificar pensamientos que puedan estar reforzando la Ansiedad, los cuales pueden ser fantasías de todo aquello que pueda salir mal. Ahí lo que se puede realizar es una diferenciación entre lo que realmente esta pasando y las fantasías, es decir, contrastar ambas ideas.
En los casos en que la Ansiedad este en niveles muy altos, es decir, donde el niño o el adolescente, ya no logre hacer alguna de las técnicas antes mencionadas, se recomienda en primer lugar ayudar a regularlo. Esto puede ser con una conversación que intente distraerlo, que no tenga relación con el tema principal. Otra técnica es generar un cambio de temperatura en el niño o adolescente, por ejemplo, mojando su cara o manos con agua fría, o también ayudándolo a concentrarse en alguna sensación corporal que traiga a la mente hacia el presente y la aleje de aquello que genera el malestar. Esta última técnica se puede implementar preguntándole al niño o adolescente lo siguiente:
- ¿Cómo se sienten tus zapatos? ¿Apretados, sueltos?
- La silla en la que estas sentado ¿Es dura o blanda?
- ¿Tus manos están frías o calientes?
En el caso de que los síntomas antes mencionados no sean posibles de manejar con las técnicas referidas es recomendable acudir con un profesional. Centro de Terapia del Comportamiento, cuenta con una variedad de profesionales que pueden ayudarlo a usted o a sus hijos.
Ana María Musalem / Psicóloga Clínica Sucursal Providencia y Terapia Online
Centro de Terapia del Comportamiento
*Importante: Si te encuentras en una situación de emergencia, crisis o riesgo vital debes acudir al recinto hospitalario más cercano. Terapia Online no atiende este tipo de situaciones.